Carlitos era un niño solitario, al que no le gustaba la escuela para nada, era tímido, callado, aislado, jugando todo el tiempo, pero en soledad. Así estaba acostumbrado en su casa por pasar muchas horas sin sus padres y por no recibir una crianza adecuada.
Cuando lo conocimos en una de los centros de asistencia al que íbamos, nuestros voluntarios no lograban hacer que Jorge trabajara ni una sola hoja en sus libros escolares, ni leer unas cuantas líneas. En el tiempo en el que el resto de los niños estaba haciendo sus tareas de la escuela y recibiendo apoyo para regularizarse, Carlitos solamente se acostaba sobre su pupitre o buscaba algo con lo cual jugar sobre él.
Cuando empezamos a trabajar con él en el Centro Árbol de Justicia, había días donde pensábamos que sería casi imposible motivarlo para trabajar o ayudarlo con la inseguridad en todas las áreas y específicamente en relacionarse con sus compañeros. Era extremadamente sensible, se molestaba por cosas insignificantes, con sus compañeros y con sus supervisores, mostrando con aislamiento total su molestia.
Al día de hoy, con solo aproximadamente 7 meses de trabajar con su corazón, de ayudarlo cada día a sentirse más seguro, de animarlo a trabajar de manera constante, y animarlo y ayudarlo a relacionarse sanamente y expresar adecuadamente sus emociones y temores; estamos muy contentos porque vemos a un Carlitos completamente distinto.
Alegre, capaz de platicar y jugar con sus compañeros y con cualquiera. Ahora le gusta mucho venir a la escuela y trabaja un aproximado de 20 páginas al día en donde una de las tareas principales es la lectura de comprensión. A logrado vencer su temor a aprender un lenguaje nuevo y ha tomado un especial gusto por la materia de inglés. También lo vemos atreverse a retos como hablar en público y memorizar párrafos grandes.
¡Sin duda ha sido un cambio extraordinario y aún veremos grandes cosas sucediendo en su vida!